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manuela

Pagando deudas

Pagando deudas Hacía tiempo que no sabía nada de él. Ya no viene a mi mente tan asiduamente, pero esta siesta por no poder conciliar el sueño, me imagino que por verme desvelada ha venido a verme.
Tenía yo catorce años cuando conocí a Jesús. Aquella primavera me había cortado las coletas y pasado de llevar vestidos de vainicas y lazos a usar minifalda de volantes en tonos fucsia y el pelo a lo Ana Torroja (la imagen de cuando estaba en Mecano)
Jesús era el penúltimo de diez hermanos. De los nombres de los demás apenas me acuerdo pero sí de los más pequeños y luego verán el por qué.
Mis primas siempre fueron "más listas" que yo, ya les digo que con catorce años me vestí de chica moderna por primera vez. El año anterior yo ya le había fichado, pero no cuenta porque él ni tan siquiera había reparado en mí. Pero este año, este verano todo sería diferente. De entrada mis primas me dejaron unirme a ellas por ir vestida de una manera más parecida a ellas y por haber osado cortarme las coletas, abandonar los lazos y ponerme algunas mechas rosa fucsia.
Bajamos una tarde, que imagino sería la del primer viernes del mes de agosto, preparadas para ir a la discoteca. ¿Que no teníamos edad? Ya, claro, pero es que la discoteca era de uno de mis tíos y nos dejaban entrar. Mi prima Rufi, algo más pequeña que yo, salía ya desde hacía dos veranos con Pablo, el menor de los diez hermanos. Menchu, otra de mis primas estaba, esta de continuo porque vivía allí con Miguel, creo que era el nombre del cuarto menor. Y Lolita, un poco mayor que nosotras, salía con Julio, otro de los hermanos, el tercero empezando por el menor, ya saben.
Se decía que eran chicos de mala reputación. Pero sencillamente eran chicos que venían de un pueblo de San Sebastián y que tenían otras costumbres más avanzadas que las de la aldea de Córdoba en la que se instalaron.
Todos, todos adoraban a su madre. Ya ven, los diez hijos varones, en busca de una chica dale que te pego, intenta que te intenta. Pero yo sé que ellos la adoraban creo que mucho más que cualquier hija a su madre.
El caso es que aquel verano, recién estrenada mi adolescencia y mi imagen de chica moderna Jesús se fijó en mí, pero no sabía que yo era la de las coletas y lazos del año anterior. Mi primer amor, no voy a decir que novio, pero sí el primer hombre del que me enamoré. Tendría él dieciséis o diecisiete años, para mi un hombre hecho y derecho. Tenía los ojos con un brillo especial y una sonrisa cautivadora, el pelo tieso, tirando a rubillo.
Pasé aquel verano como nunca antes lo había pasado y se acabó aquel mes de vacaciones en un suspiro, no nos dio tiempo a querernos más que veintiocho días. Al volver a Bilbao todo absolutamente todo el trayecto lo hice llorando, ochocientos cuarenta kilómetros de lágrimas más los días posteriores. Cartas iban y venían desde Córdoba a Bilbao. Ese año acumulé tantas cartas y lloré tanto...
Lo mismo que el escaso mes de estar a su lado se me escapó sin darme cuenta los once meses restantes se me multiplicaron por dos mil. Qué año tan largo, las clases nocturnas en el instituto me ayudaron pues eran otra actividad nueva en mi vida y eso daba mucho juego para contarle cosas y vivencias. Pasó el siglo de once meses y volvieron las vacaciones, mi prima Rufi que también residía en Bilbao se había buscado un noviete aquí, reservaba a Pablo para los veranos solamente, pero yo no valgo para eso, que para todo hay que valer.
Volví a Córdoba al pueblo y la misma tarde de mi llegada quedamos Jesús y yo. Joder, yo nunca antes me había enamorado. Pasamos la tarde llorando, sentados en el rebate de una casa vieja abandonada y contándonos lo que ya por carta nos habíamos contado mil veces, recordando lo doloroso que era la ausencia del otro. Ese verano fue incluso mejor que el anterior, porque ya sabíamos que nos queríamos, y eso hace las cosas más fáciles. Acudíamos las primas y parte de la bandada de hermanos a la discoteca de mi tío y una vez dentro hasta nos besábamos. Bueno, nos besábamos y descubríamos que las caricias en el brazo son erógenas, aqunque entoces tampoco sabíamos lo que era erógeno. Una noche de disco, se le ocurrió entrar a mi tío a dar una vuelta por allí y adivinen el cuadro que se encontró. Sí claro, las tres sobrinas y su hija acurrucaditas con los modernos esos. Nos miró pero no nos dijo nada, se fue. Madre del amor hermoso ¡la que se lió!. Cuando estaba mi tío cenando, yo, que siempre he sido de ir muy de frente me le acerqué y le pregunté si se lo diría a mi madre, no me contestó. No se lo dijo.
Pero claro en verano, con las calores que teníamos, yo al menos, provocadas por el sol y por la edad me dejé hacer un chupón en el cuello. Sí, un chupón, y encima acojonaita por si me quedaba embarazada con el chupón, bendita ignorancia. Mi madre me pilló, y ahí sí que me llovieron los guantazos de todos los colores ¡su hija con un chupón en el cuello! ¿Y qué coño esperaba, si no le dejaba bajar del cuello?.
A escondidas, más a escondidas que nunca, seguimos viéndonos Jesús y yo. Y si el año anterior lloré en la despedida y en el viaje este pueden imaginarse. Yo me quería morir si no podía estar a su lado.
Volví a Bilbao, el cartero empezó a tener trabajo extra, eran dos o tres cartas semanales. Un día sonó el teléfono, era mi prima Lolita. Nadie se atrevía a decírmelo, así que ella me llamaba. A Jesús le habían matado.
En las fiestas de un pueblo cercano habían pillado a uno de sus hermanos con costo, con chocolate, yo no sé si Jesús fumaba cuando no estaba conmigo, pero yo nunca le vi. A lo que iba, le habían pillado y le habían detenido. Jesús y Pablo al ver la movida fueron tras los guardias que se llevaban al otro miembro del clan dándole calor a base de golpes. Mira por donde, a uno de los guardias se le escapó un Me cago en tu puta madre, y claro eso a estos chicos era como ... como que ambos hermanos menores se les echaron encima a los guardias dispuestos a merendárselos. Uno de los guardias sacó una navaja y a navajazos me lo mataron.
Durante años cada vez que he ido al pueblo, he ido a verle al cementerio. Muchas veces se me ha venido a la cabeza. Hacía mucho tiempo que no le pensaba, quizás por que el corazón se me enamoró de Oz, pero esta tarde no sé por qué me lo he pensado y he querido contarlo antes de que el paso del tiempo me desdibuje más las cosas, las caras, los nombres y los sentimientos. Muchas veces cuando las cosas se me torcieron estando sola y él muerto se las conté a él, y aunque ya no lo hago, creo que se merecía este recuerdo.

16 comentarios

Manuela -

Pues sí, es verdad, tal cual se lee y tal cual yo lo recuerdo, que ya han pasado años..
Ana este blog no lo estoy usando, si te apetece leer más cosillas pásate por http://frutasmanuela.com/trastienda
Un saludo

ana -

me has dejado flipando es verdad?

Daisy -

hermana que trágica y profunda te pones...besitos

La Miss -

Jolines me has puesto triste pero me ha gustado

(¯`¤GRECIA¤´¯) -

Bien dicen que recordar es volver a vivir, que bonito te expresas cuando afloras tu sentimiento.
besito =*

la_fló -

¡Ay, qué razón tenía Freud!
Ya has dejado asomar alguna de esas espinitas que tienes.

desiree -

Gracias por tan bello poema,,,,un abrazo enorme¡¡

Treponema -

que lindo ché!

Gatopardo -

Un abrazo... y que no se te olvide amar así siempre.

El hermano Calavera -

Ma... che bello!

Tautina -

Ufff, me has dejado impresionada, reconocía esa época, ese primer amor, ese mes de veraneo, esa discoteca y ese ambiente de pueblo, supongo que porque somos de la misma quinta… cuando he llegado al desenlace andaba tan imbuida en la historia que me he quedado fría, que escalofríos nena.

desiree -

Paisana eres grande y Jesus lo sabe¡¡¡¡

Hermione -

Joé tía, ésto no se hace, ¡que yo soy, era, una tía dura!

Oz emocionado -

¿Veis como es un sol de mujer?