La pescadilla que se muerde la cola
Tengo en la tienda un equipo de primera división, tres chicas que más que mujeres parecen tractores (pero de la Mercedes) trabajando y mi pescadilla particular.
Mi pescadilla se llama Julio, es boliviano, lleva en España dos años, yo estoy encantada con él, y él con nosotras cuatro. Ese chico tiene clase, estilo y saber estar; pero eso lo supe yo desde la primera semana en la que estuve trabajando con él, así que decidí arreglarle los papeles para que se pudiese quedar aquí en España trabajando, que es lo que él quería.
Papeles, más papeles, oferta de trabajo, más papeles ... y más papeles aún.
La respuesta no siempre es la misma, son dos.
Cuando vamos a la ventanilla para solicitar el permiso de trabajo:
-Si no hay permiso de residencia, no hay permiso de trabajo.
-Bien gracias, ¿nos puede indicar la ventanilla para solicitar el permiso de residecia?.
Sin levantar la vista del períodico (sección deportes) - La número 17-
-Gracias- y nos dirigimos hacia esa ventanilla donde hay una cola interminable de gente esperando.
Cuando al fin nos toca al cabo de hora y media el funcionario de turno pregunta:
-¿En qué puedo ayudarles?-
Está claro, joer, si pone en el cartel "PERMISOS DE RESIDENCIA" no sé pa que leches pregunta.
-Buenos, días, verá, querríamos solicitar el premiso de residencia para este señor.
- ¿Tiene permiso de trabajo?
-No, verá, su compañero de la ventan...
-No me expliquen más- nos dice sin dejarnos acabar de hablar- Si no tiene permiso de trabajo, lo lamento, pero no se puede solcitar el premiso de residencia.
Así que aquí andamos, las cuatro tractores y mi pescadilla particular, que se muerde la cola y se cierra en un círculo sin salida.
Yo, por si acaso le tengo dicho que si alguna vez viniesen los malos que me coja, me de un beso con lengua a la vez que pone su mano en mi trasero y que jure y perjure que no trabaja para mi, que es mi amante. No sea que nos deporten a los dos.
Mi marío dice que todo sea por el bien de la empresa.
Mi pescadilla se llama Julio, es boliviano, lleva en España dos años, yo estoy encantada con él, y él con nosotras cuatro. Ese chico tiene clase, estilo y saber estar; pero eso lo supe yo desde la primera semana en la que estuve trabajando con él, así que decidí arreglarle los papeles para que se pudiese quedar aquí en España trabajando, que es lo que él quería.
Papeles, más papeles, oferta de trabajo, más papeles ... y más papeles aún.
La respuesta no siempre es la misma, son dos.
Cuando vamos a la ventanilla para solicitar el permiso de trabajo:
-Si no hay permiso de residencia, no hay permiso de trabajo.
-Bien gracias, ¿nos puede indicar la ventanilla para solicitar el permiso de residecia?.
Sin levantar la vista del períodico (sección deportes) - La número 17-
-Gracias- y nos dirigimos hacia esa ventanilla donde hay una cola interminable de gente esperando.
Cuando al fin nos toca al cabo de hora y media el funcionario de turno pregunta:
-¿En qué puedo ayudarles?-
Está claro, joer, si pone en el cartel "PERMISOS DE RESIDENCIA" no sé pa que leches pregunta.
-Buenos, días, verá, querríamos solicitar el premiso de residencia para este señor.
- ¿Tiene permiso de trabajo?
-No, verá, su compañero de la ventan...
-No me expliquen más- nos dice sin dejarnos acabar de hablar- Si no tiene permiso de trabajo, lo lamento, pero no se puede solcitar el premiso de residencia.
Así que aquí andamos, las cuatro tractores y mi pescadilla particular, que se muerde la cola y se cierra en un círculo sin salida.
Yo, por si acaso le tengo dicho que si alguna vez viniesen los malos que me coja, me de un beso con lengua a la vez que pone su mano en mi trasero y que jure y perjure que no trabaja para mi, que es mi amante. No sea que nos deporten a los dos.
Mi marío dice que todo sea por el bien de la empresa.